miércoles, 28 de enero de 2015

Políticas musicales

Lo de Ibermúsica es una muestra, entre otras cosas, de que el aumento de los precios de determinados espectáculos evita que personas de diferentes edades y/o estratos socioeconómicos compartan espacios y consuman las mismas experiencias (M. Sandel, What money can’t buy).


Entre otras cosas, porque lo que es peor aún es la ralea de dinosaurios que en general manejan las programaciones de música (clásica). Qué fácil es echarle toda la culpa a la educación. Qué dificil encontrarse una programación que haya sabido adaptarse a los nuevos modelos de consumir cultura y a las nuevas tecnologías en este país (M. Castells, en un montón de fuentes desde el año 2000), en lugar de seguir ofreciendo los mismo productos de siempre y encima de manera pasiva.


Para que hablar de Murcia, con lo que en una ciudad de casi medio millón de habitantes se podría hacer. Una falta de imaginación y visión tal, que no es capaz de ver lo que pasa, tampoco hace falta irse tan lejos, en la misma Juan March (que tampoco recibe eso que tanto miedo da nombrar, subvención pública) o los últimos éxitos en el CNDM, que no por tener éxito están dejando de ser perfectas alternativas a la "cultura mediática predominante" (D. Kellner, Media cultures).

Ciudades como Bilbao, siguiendo ejemplo de ciudades como San Francisco, con una mentalidad radicalmente difierente a la de nuestros miopes, anacrónicos y orgullosamente desinformados gerentes, sí ha sabido ver lo que una inversión inteligente en economía creativa aporta a la ciudad, véase turismo cultural, mejora de la calidad de vida y atracción de talento humano, etc. transformándola a mejor (Castells otra vez, La ciudad de la nueva economía).