lunes, 8 de diciembre de 2014

Acaricio la erosión de las cosas. Todo envejece antes en las ciudades de costa.
Me gusta sentir el tiempo con los dedos, el mismo tiempo que araña nuestros rostros.
No solo él es relativo, también lo es la memoria. Es curioso cuánto cambia el mismo pasado.
Aunque tenga los bolsillos siempre húmedos de llevar éste mar de la infancia.
Quizás nos somos solamente puntos de la infinita línea.

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